El comportamiento de los niños incluye una amplia gama de formas en la que actúan y se comportan. Muchos de estos comportamientos pueden ser instintivos o aprendidos, pero todos tienen un propósito, incluso cuando no esté claro. Un ejemplo de ello es la conducta disruptiva, la cuál puede ser normal desde el punto de vista del desarrollo en niños pequeños (SCHN, s.f.).
Los comportamientos disruptivos se refieren a aquellas conductas que ocurren cuando un niño tiene dificultad para controlar sus acciones. Este tipo de conductas son más apreciables en entornos sociales y se llaman así porque irrumpen en el flujo normal de la vida (Rovira, 2018; SCHN, s.f.; Lee, 2020).
Ahora, aunque sean normales en algún punto del desarrollo, no significa que deban ser ignoradas. La conducta disruptiva siempre debe ser abordada, especialmente cuando interfiere en el desarrollo del niño. Es decir, cuando persisten durante mucho tiempo, cada vez aumentan en intensidad y frecuencia y causan dificultades para desempeñar la vida en cualquier ámbito, ya sea académico, social o familiar (SCHN, s.f.; Lee, 2020).
En general, las acciones que se pueden considerar como una conducta disruptiva en niños, ocurren cuando no obedecen las normas y las desafían constantemente. De esta forma, se generan actitudes de rechazo en forma de berrinches, golpear, gritar, darse la vuelta mientras se les habla, molestar a otras personas y faltar el respeto a los demás (Rovira, 2018).
Algunas de las causas por la que los niños pueden presentar de este tipo de conductas incluyen (Nationswide Childrens, s.f.):
Asimismo, hay algunas condiciones del desarrollo como discapacidad intelectual, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y dificultades emocionales. Algunas pueden ser ansiedad, depresión o estrés y pueden desembocar en problemas de comportamientos (SCHN, s.f.).
Hay factores genéticos que pueden afectar a los niños y generar una conducta disruptiva. Entre estos antecedentes familiares se encuentran el abuso de sustancias, ansiedad, depresión, trastorno bipolar y esquizofrenia (Childrens Hospital, s.f.)
Establecer normas y límites claros es una de las medidas más importantes para evitar una conducta disruptiva. Los límites ayudan a los niños a saber qué se espera de ellos en términos de comportamientos. Que tengan claro hasta dónde pueden llegar, les da seguridad y evita malentendidos (Rovira, 2018).
Ahora, ligado al establecimiento de normas, también es importante que te muestres firme en los límites marcados. Cada vez que tu hijo incumple las normas y lo dejas pasar o no cumples con la consecuencia fijada, es un paso atrás en tu autoridad. Aunque cueste un poco, no debes ceder y permitir que te haga cambiar de opinión. Por ejemplo, si le dices que no puede jugar hasta que termine sus tareas, debes cumplir. (Rovira, 2018).
Es bueno que de vez en cuando puedas premiar y felicitar a tu hijo por su comportamiento; sin embargo, no lo hagas en exceso. Esto puede dar el mensaje equivocado. Tu hijo debe entender que los premios son algo puntual y que tener un buen comportamiento es una obligación y no una elección (Rovira, 2018).
No olvides que están aprendiendo y tú eres su mejor antídoto ante situaciones de frustración. Detrás de un mal comportamiento hay una o varias emociones que tu hijo no sabe cómo manejar. Trata de averiguar qué siente, qué le pasa y por qué actúa así. Tu hijo confía en ti; haz que se sienta validado, apóyalo y dale mucho amor. Al final, dale una retroalimentación y alternativas para que actúe mejor la próxima vez que se sienta así (Rovira, 2018).
No te tomes personal su mal comportamiento. No lo hacen porque quieran molestar sino porque no tienen otros recursos emocionales. Tu trabajo es brindarles herramientas para que sepan regularse (ICBF, 2020).
Si tu hijo tiene un mal comportamiento, corrígele recordándole las veces o los días que lo ha hecho bien. Si se equivoca en alguna expresión o palabra, no remarques lo que ha hecho o dicho mal, sino lo que debería hacer. Ellos lo entenderán (Rovira, 2018).
Céntrate en la conducta, es decir, en lo que hizo o dijo mal. Evita a toda costa etiquetar y generalizar. Esto ayuda a crear un entorno de respeto mutuo. Por ejemplo, en lugar de decirle a tu hijo que es un grosero, puedes utilizar: “ese comportamiento no es aceptable. Vamos a mejorarlo”. Recuerda que tu hijo es más que un comportamiento o una conducta disruptiva (ICBF, 2020).
Muchas de estas frases dañan emocionalmente a los niños y no los hacen sentirse valorados. Por lo tanto, evita expresiones como: “siempre haces lo mismo”, “nunca obedeces”, “todos los días te lo tengo que repetir”. Elige siempre palabras que aporten valor a la autoestima de tu hijo (Rovira, 2018).
Es importante que tengas en cuenta que una conducta disruptiva puede ser normal en el desarrollo. Sin embargo, también es igual de importante que estés pendiente a las señales para reconocer cuándo está dejando de ser normal. En estos casos, acude a un profesional de la salud mental si se sigue presentando luego de aplicar estos consejos o empeora. Recuerda que siempre es mejor actuar a tiempo. Tu hijo te lo agradecerá.
Si te interesan estos temas, te invitamos a que leas sobre los juegos lúdicos. También te puede interesar sobre la fecha probable de parto.
Descubre cómo ocurre el desarrollo del sentido del gusto en tu bebé.
Descubre cómo puedes hacer peinados fáciles para bebés con nuestras técnicas y consejos prácticos.
¡Mi bebé suda mucho! ¿Qué pasa? Descubre las causas comunes y cómo mantenerlo fresco.