El vínculo afectivo madre-hijo es importante para su desarrollo y para las futuras relaciones sociales. Mediante este lazo se llena de amor y afecto al bebé, además de cuidarlo y protegerlo. Generar un vínculo saludable es fundamental, pues fomentará la sensación de seguridad, tranquilidad e impactará en su autoestima (Martínez, 2016).
La construcción de esta unión comienza desde la gestación y se fortalece durante todo el embarazo; sin embargo, no se desarrollará del todo sino hasta después del nacimiento.
El vínculo irá creciendo durante cada momento que compartan juntos como la lactancia, el colecho y el cuidado en los primeros años de vida. En definitiva, todas las vivencias y relaciones que se establezcan en su primer año de vida definirían la calidad del vínculo (Centro de Psicología de Madrid, 2017).
Ahora, en muchas ocasiones podrás necesitar consejos y apoyo. Esto puede ser normal porque estás aprendiendo a ser madre. Por esta razón, anímate para crear una relación sana, hermosa y significativa que durará toda la vida. Cada persona tiene su tiempo y es importante que conozcas tus procesos.
La lactancia constituye un momento íntimo donde se fortalece y crece el vínculo afectivo con tu bebé. El olor y tacto de las mamas fomentará su apego a ti. Durante este momento madre e hijo exploran el lenguaje corporal mutuo. Asimismo, le proporcionarás al bebé una sensación de comodidad y confianza (Kaneshiro, 2021; Sánchez, 2021). Recuerda que, además, esta es la fuente principal de alimentación ahora que no los une el cordón umbilical.
El contacto piel con piel es otra de las maneras de generar un fuerte vínculo afectivo con tu bebé. El tacto es una de las primeras formas que utilizan los recién nacidos para comunicarse; es tranquilizador y favorece el crecimiento saludable y el desarrollo. Aprovecha cualquier oportunidad para estar piel con piel junto a tu bebé; ya sea acunándolo, dándole de comer, sosteniéndolo en tus brazos o con gimnasia para bebés (Ben-Joseph, 2018).
Establecer contacto visual con tu recién nacido ayudará a crear cercanía entre los dos, lo cual es importante para que el bebé se sienta seguro. De esta manera, el vínculo entre los dos se verá reforzado por medio de los sentidos; aprovéchalos todos.
Es súper importante que cuando el bebé llore le prestes atención, lo escuches y, sobre todo, le hagas saber que estás allí para él; para responder a sus necesidades y velar por su bienestar. Recuerda que el afecto es un símbolo que los une, en especial, en estos momentos cuando más necesita de ti (Sánchez, 2021).
Cuando esté un poco más grande, el bebé será capaz de atender a todas las señales que se puedan hacer. Utiliza todas estas oportunidades para comunicarte como sonreír, balbucear, cantarle, hablarle y leerle un cuento. Todo esto promoverá que centre su atención y que se fortalezca la unión de una manera positiva. Además, estas interacciones le servirán para conocer los principales elementos de la comunicación.
En algunos casos, como en los bebés prematuros, puede costar un poco más de tiempo consolidar el vínculo afectivo. Sin embargo, con paciencia, cariño y siguiendo los consejos mencionados anteriormente, poco a poco ambos se irán reconociendo y construyendo una relación muy especial (Martínez, 2016).
En todos los casos, la formación del vínculo es una experiencia única, compleja, personal y requiere tiempo. No existe una receta o fórmula, ni se puede forzar; se trata de comenzar a crear una relación con el bebé que cubra sus necesidades desde el primer momento que lo tengas junto a ti.
Tu bebé de 27 meses