La ciencia ha avanzado mucho en el campo de la fertilidad humana. Cada vez existen más y mejores opciones de reproducción asistida para las personas que atraviesan problemas de infertilidad. Entre las técnicas más empleadas está la inseminación artificial (IA), pero no es la única.
Además de la IA, tenemos disponibles la fertilización in vitro (FIV) y la reproducción asistida con intervención de terceros. Esta última contempla la donación de espermas y de óvulos, la donación de embriones y la subrogación de vientres o embarazo subrogado (Peigné y Epelboin, 2018).
Aquí nos centraremos en la inseminación artificial. Aprenderemos de qué se trata y, sobre todo, quiénes podrían beneficiarse de esta técnica.
¿Qué es la inseminación artificial?
Es una modalidad de reproducción asistida que consiste en depositar los espermatozoides del hombre, directamente en el útero de la mujer. De esta manera, aumentan las probabilidades de un embarazo. Los espermatozoides se hallan más cerca del óvulo y no tienen que ascender por la vagina ni atravesar el cuello uterino (Jain y Singh, 2021).
Los espermatozoides se colocan dentro del útero con un tubo especial, y pueden tener dos orígenes diferentes (NHS, 2020):
- En la denominada “IA homóloga”, el semen es aportado por la pareja de la mujer.
- Cuando se trata de la llamada “IA terapéutica”, el semen proviene de un donante. Esta persona puede ser conocida de la pareja o no (si la muestra es obtenida de un banco de semen).
¿Cómo es el procedimiento?
La inseminación artificial consta de 3 fases o etapas (NHS, 2020):
- Estimulación del ovario: el médico indicará ciertos medicamentos para favorecer la ovulación en los días fértiles de la mujer. Los prescribirá tiempo antes de la inseminación y realizará monitoreos a la paciente. A través de ecografías sucesivas, el profesional puede saber cuándo es el mejor momento para depositar el semen en el útero. Esta fase tiene el objetivo de que la mujer disponga de más óvulos para aumentar el éxito de la fecundación.
- Preparación del semen: el día en que se decide inseminar porque están dadas las condiciones para la ovulación, se toma la muestra de semen de la pareja; luego, en el laboratorio, se procesa para obtener los espermatozoides de mayor calidad. Si se trata de una IA terapéutica, la muestra ya ha sido procesada por el banco de semen.
- Inseminación: finalmente, en un consultorio y sin necesidad de anestesia, se realiza el depósito de los espermatozoides en el útero. La mujer permanece recostada por unos pocos minutos. El médico usa un espéculo para abrir la vagina e introduce la muestra de semen con un tubo especial. En general, no ocasiona dolor.
La inseminación artificial es sencilla y su tasa de éxito oscila entre 7,5 % y 12,7 %. La mayoría de las veces, el procedimiento se debe realizar en sucesivos ciclos menstruales (no más de 3 o 4). Cuando inicia el embarazo, el seguimiento queda en manos de un obstetra (Sicchieri et al., 2018).
¿Cuáles son sus riesgos?
En sí, la IA puede tener riesgos asociados al procedimiento o al embarazo que ocurrirán por la técnica. Los más frecuentes son los siguientes (Jain y Singh, 2021):
- Embarazo múltiple: al estimular la ovulación, hay mayor posibilidad de que más de un óvulo sea fecundado en el procedimiento.
- Síndrome de hiperestimulación ovárica: en muy pocas ocasiones, los ovarios pueden responder exageradamente a la estimulación con los medicamentos. Esto originará dolor abdominal, sensación de hinchazón en el vientre y náuseas.
- Alergias o infecciones por la muestra de semen: son muy poco frecuentes. En la actualidad, las muestras son analizadas en profundidad antes de emplearse para la IA, por lo que este riesgo se minimiza.
- Embarazo ectópico: la inseminación artificial aumenta la posibilidad de un embarazo fuera del útero.
¿Quiénes pueden realizarse una inseminación artificial?
Las mujeres que desean proceder con una IA, deben cumplir algunos requisitos. Estas características aumentan el éxito de la técnica. Y en caso de no alcanzar los requerimientos, será preferible optar por otro método (Vargas et al., 2020). Entre los requisitos tenemos:
- Edad: la edad ideal se establece en menos de 36 años. Además, la mujer debe tener las trompas de Falopio sin problemas y contar con buena reserva ovárica, es decir, una buena cantidad de óvulos en sus ovarios (Sicchieri et al., 2018).
- Calidad: por parte del hombre, es preciso que haya buena calidad del semen. Si la pareja no cumple con este requisito, entonces se puede recurrir a la IA terapéutica con semen de donante (Starosta et al., 2020).
- Condiciones previas: la técnica puede ser muy útil para las mujeres que tienen ciclos irregulares. La fase de estimulación del ovario y el monitoreo de la ovulación aumentan la posibilidad de éxito (Van Wely, 2018). A su vez, también resulta de utilidad para las pacientes que fueron operadas de su cuello uterino. En ellas es probable que los espermatozoides no puedan ascender de manera natural (Shah et al., 2019).
Si estás pensando en probar la inseminación artificial, lo ideal es que hagas una consulta en un centro especializado. Los profesionales podrán guiarte de manera adecuada y hacer las pruebas necesarias. Así sabrás si es el método idóneo para ti.