El ácido fólico es una vitamina y recibe el nombre de B9. Desde hace muchos años se descubrió una importante asociación entre el embarazo y el ácido fólico, pues los científicos se dieron cuenta que el ácido fólico era un protector del bebé.
Al consumir ácido fólico en dosis mayores a las habituales en un periodo de un mes antes, durante y un mes después del embarazo se reduce hasta en un 70% el riesgo de que tu bebé sufra defectos del tubo neural, espina bífida o anencefalia, que consiste en una malformación en la columna vertebral y el cráneo respectivamente.
El aumento de la ingesta de ácido fólico debe ser controlado, pues aunque no es común que se presenten problemas por consumir demasiado, tampoco es recomendable abusar de él. Se recomienda de 600 a 800 microgramos diarios, lo cual corresponde aproximadamente al doble de lo recomendado en mujeres no embarazadas.
Sin embargo, ten presente que los expertos recomiendan un suplemento más intensivo en el primer trimestre del embarazo y antes del embarazo, para después ir cambiándolo por uno más moderado. Lo más importante es que no te auto mediques, exprésale tu intención al médico de querer tomar un suplemento de ácido fólico y él te recomendará alguno que se adecúe a ti y a tu bebé.
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