Bañar a un recién nacido es uno de los momentos más entrañables y delicados en la vida de cualquier familia. Se trata de un acto de amor y conexión profunda, pero también de mucho cuidado: la fragilidad de un recién nacido demanda que todo se realice con mucha suavidad y atención. Descubre cómo preparar y realizar los primeros baños de tu bebé de manera segura, efectiva y relajante para ambos.
Antes de comenzar, asegúrate de tener todo lo necesario al alcance de tu mano. Esto es clave para que el momento del baño sea tranquilo y no tengas que dejar a tu bebé solo. Lo que necesitas para bañar a un recién nacido es (Mayo Clinic, 2022):
Hasta que el cordón umbilical se haya caído, lo que ocurre en la primera o segunda semana de vida, solo es recomendable que le des un baño de esponja a tu bebé. Después, puedes comenzar a bañarlo en una tina, pero no es necesario que lo hagas todos los días. Unas 3 veces por semana es suficiente. Tan solo necesitas tomar algunas precauciones para que disfrute de una experiencia segura y placentera (Mayo Clinic, 2022).
Llena la bañera con aproximadamente 5-7 cm de agua tibia. Esto es suficiente para cubrir el fondo sin que tu bebé esté completamente sumergido. La temperatura del agua debe estar entre 36 °C y 38 °C, similar a la corporal. Si no tienes termómetro, prueba el agua con tu muñeca o el interior de tu codo. Son zonas sensibles que te darán una idea precisa de la temperatura (Mayo Clinic, 2022).
Idealmente, coloca la bañera en una superficie estable a la altura de la cintura para no forzar tu espalda. Es importante que el ambiente esté a una temperatura agradable (alrededor de 24 °C) para que tu bebé no sienta frío al salir del agua. Evitar los cambios bruscos de temperatura ayuda a prevenir la gripe en bebés, la bronquiolitis en bebés y otras enfermedades respiratorias (Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, 2024).
Los recién nacidos son increíblemente frágiles, por eso, es importante que siempre mantengas apoyada su cabeza y cuello para darle el soporte necesario. Un truco es colocar su cabeza en tu antebrazo mientras sostienes el resto de su cuerpo con tu mano. Esto te permitirá lavar a tu bebé de manera segura y mantener el control en todo momento (Mayo Clinic, 2022).
Utilizando una esponja húmeda o paño suave, comienza limpiando el rostro de tu bebé con agua sin jabón. Al bañar a un recién nacido, es importante que prestes atención a los pliegues detrás de las orejas, el cuello y bajo la barbilla, ya que se puede acumular leche o saliva en estas zonas (Mayo Clinic, 2022).
Si decides lavar el cabello, usa una pequeña cantidad de champú para bebé y aplícalo suavemente con movimientos circulares. Enjuaga con cuidado, asegurándote de que no entre agua en sus ojos. Asimismo, debes evitar que ingrese agua a los oídos, ya que es una causa frecuente de otitis en niños (Anzilotti, 2023).
Lava el resto del cuerpo de tu bebé con movimientos suaves. Presta especial atención al área del pañal, las axilas y detrás de las rodillas. Si tiene la circuncisión, lava la zona con agua tibia, con movimientos delicados, y evita utilizar jabones u otros productos hasta que cicatrice (Hirsch, 2022; Mayo Clinic, 2022).
En cualquier caso, utiliza poco jabón, ya que la piel de los recién nacidos no necesita de grandes cantidades de producto. Si usas esponjas, asegúrate de que sean muy suaves y de que estén bien lavadas después de cada uso para evitar la acumulación de bacterias.
Al terminar el baño, levanta a tu bebé con cuidado y envuélvelo inmediatamente en la toalla. Cubre su cabeza con la capucha para que no pierda calor. Seca su cuerpo con movimientos suaves, prestando atención a los pliegues para que no quede humedad que pueda causar irritación. De ser necesario aplicar una crema para la pañalitis, hazlo en este momento (Mayo Clinic, 2022).
El baño puede convertirse en una experiencia relajante tanto para ti como para tu bebé si tomas en cuenta estos consejos (Mayo Clinic, 2022):
Bañar a un recién nacido puede parecer intimidante al principio, pero con la preparación adecuada y un manejo seguro, pronto descubrirás que es una experiencia increíblemente especial. Es un tiempo de contacto físico, miradas y caricias, que refuerza el vínculo entre mamás e hijos. Al final del día, lo más importante es que tanto tú como tu bebé disfruten de este precioso momento juntos.
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