El herpes es un virus relativamente simple, que puede estar presente en un gran número de personas, pues una de sus características particulares es que no existe tratamiento que lo elimine por completo. Además, se mantiene en una fase inactiva en algunas de nuestras células. En el embarazo debes estar muy atenta a cualquier síntoma.
Existen dos tipos, 1 y 2, se manifiestan mediante llagas e inflamaciones en la zona de los labios o de los genitales. La manera clásica de poder identificar la infección es que tu médico realice un análisis de cultivo a una muestra de alguna llaga o ulceración. Se podría decir que en un adulto normal no existen mayores riesgos una vez el virus se manifiesta, pero tu bebé es un caso diferente y especial.
Los bebés pueden resultar afectados por el herpes en diferentes etapas del embarazo, lo que influye en el procedimiento escogido para el parto, pues el médico podrá optar por una cesárea si el herpes se está manifestando o la infección ha sido en el tercer trimestre. El riesgo para el bebé está en que el sistema nervioso puede verse afectado en algunos casos, y en otros se presenta una infección generalizada por culpa del virus, conocida como una expresión diseminada a lo largo de varios órganos.
Es muy importante que estés alerta durante todo el embarazo sobre cualquier manifestación, como ampollas o llagas anormales en cualquier región de tu cuerpo. Consulta con tu doctor e informa la semana de embarazo en la cual te encuentras, esto orientará y facilitará todo el tratamiento adecuado para ti y tu bebé.
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